Dice José María Bermúdez de Castro (Madrid, 1952) que la
humanidad se encuentra actualmente ante un «tubo de botella» que debe sortear
si quiere sobrevivir. Algunas amenazas son conocidas. Por ejemplo, el riesgo de
un desastre ecológico. Otras, sin embargo, suponen desafíos completamente
nuevos para la especie, como la aparición de las tecnologías disruptivas.
Estamos en un momento decisivo de la historia que, sin embargo, nos coge en
horas bajas. El homo sapiens del siglo XXI está lidiando con su propia crisis
existencial, que solo se ha visto agravada por la pandemia del covid-19.
Bermúdez de Castro, codirector de la Fundación Atapuerca y Premio Príncipe de
Asturias de Investigación Científica en 1997 propone en su último libro Dioses
y Mendigos (Crítica), un viaje por la evolución humana. Un
recorrido por nuestro pasado para tratar de entender el presente y el futuro.
— ¿Quiénes son los dioses y
los mendigos?
—El título viene de una frase que pronunció el poeta alemán
Friedrich Hölderlin: «el hombre es un dios cuando sueña y un mendigo cuando
piensa». Creo que define en pocas palabras la naturaleza de nuestra especie.
— ¿Lo de sentirnos divinos
es de siempre o algo reciente?
—Durante tres millones de años solo hemos sido una especie más
del ecosistema, pero hace unos dos siglos empezamos a vernos a nosotros mismos
como especiales y a actuar como si el mundo natural no fuera con nosotros. Sin
embargo, la gran verdad es que seguimos siendo tan parecidos a los chimpancés
como siempre, incluso en nuestros comportamientos.
—Pero ellos viven más conectados con la naturaleza.
—Cuando el ser humano empezó a fabricar herramientas todavía
estaba muy vinculado a su entorno natural. La desconexión comenzó en el
Neolítico, hace unos 9.000 años, se aceleró en los últimos 2.000, pero se ha
intensificado desde hace tres siglos.
—Cree que es sostenible
este comportamiento
—De ninguna manera. En mi opinión estamos ante un lapsus mental.
Lo que pasa es que somos siete mil millones de personas en el mundo y conseguir
una conciencia de especie resulta muy complicado. Para ello hay que pararse a
pensar y cuando reflexionamos somos unos mendigos.
—Los niveles de ansiedad y
depresión en las sociedades occidentales no dejan de aumentar. ¿Qué cree que
está pasando?
— En el Pleistoceno, la gente no tenía nada salvo sus armas para
cazar y eran más felices. También las personas de mi generación también lo
fuimos a pesar de que crecimos con lo justo. Cuanto más tienes, peor vives.
— ¿Nos convertiremos en una especie
insaciable?
—Estamos ante una encrucijada o un cuello de botella que
nosotros mismos hemos creado. No ha sido un proceso natural. Hemos de pasarlo,
aunque la gran pregunta es ¿Podremos hacerlo? En el pasado nuestra filogenia ha
sido muy rica, con hasta cuatro especies de la filogenia humana repartidas
entre África y Eurasia. Hoy solo somos una y esto provoca que seamos mucho más
vulnerables ante las amenazas.
— ¿Qué importancia tiene el reciente
descubrimiento de ADN nuclear de neandertal en la sierra de Atapuerca?
— Es un hallazgo muy significativo, porque el ADN nuclear
no procede de los fósiles humanos sino de los restos que pudieron dejar durante
su estancia en el yacimientos. Esos restos pueden ser de naturaleza muy
diferente. Por ejemplo, hay que pensar en excrementos, piel, pelo, etc., Todos
vamos dejando nuestro rastro de ADN allí por donde pasamos. Que ese ADN nuclear
de los neandertales se haya conservado entre los restos de arcilla de los
yacimientos es realmente increíble. Por descontado, se seguirá intentando
obtener ADN nuclear de dientes y huesos, pero ahora hay otra forma de
obtenerlo, especialmente en aquellos yacimientos en los que no se han
encontrado fósiles.
— Hoy se maneja mucho el
concepto de colapso. ¿Cómo se lo imagina usted?
—Pues mira, la pandemia del covid la estamos controlando, pero
van a venir más. Otro caso. Si hay un cambio climático brusco y el sur de
Europa se convierte en un desierto, millones de personas emigrarán hacia el
norte, generando conflictos armados. Ya estamos viendo ejemplos de grandes
migraciones desde América del sur hacia Estados Unidos y desde África a Europa.
—En su libro se refiere al
Neolítico como «La Gran Revolución», pero supongo que nada comparada con la
actual
— Todas las grandes revoluciones tecnológicas de la historia
transcurrieron de manera muy lenta, en cientos de miles o incluso millones de
años. Esto permitió que la especie se pudiese adaptar, pero el salto digital ha
sido brutal y desde un punto de vista biológico no estamos capacitados para
asimilar esta nueva etapa.
— ¿Qué opina de las redes
sociales?
—Tienen un enorme potencial desde el punto de vista de la
comunicación, pero han favorecido la aparición de las fake news, que son
capaces de poner en peligro las democracias. Como digo en el libro, hoy por hoy
somos primates con armas de destrucción masiva.
Fuente: https://bit.ly/3wbdM6t
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