La antropóloga Raquel Padilla una vez dijo que la droga conocida como cristal estaba acabando con los jóvenes yaquis. Y si acabas con los jóvenes, ¿qué queda? preguntó. ¿Cómo detener este nuevo exterminio?
PÓTAM, SONORA.- Alely toma su violín, el que tiene en un lugar especial en
su cuarto. Lo guarda en la funda, junto a su ropa tradicional de flores rojas
bordadas. Se cuelga el estuche al hombro. Sale corriendo con su cubrebocas.
Cruza el terrenal que se alza en las calles de Pótam, uno de los
ocho pueblos yaquis. Se dirige a la parada del camión con
destino a Vicam Estación, para atender su clase de música con el reconocido
profesor Koko.
Aprendió a tocar el violín cuando cruzaba los 7 años; ahora tiene 18. Primero tuvo un violín miniatura. Aprendió de oírlo. Éste ha sido su modo de acercarse a su propia tradición yaqui. Junto a otras jóvenes, forma parte de una nutrida generación de mujeres yaquis que tocan el violín para que dancen las pascolas y los matachines.
Esta responsabilidad ceremonial ha sido encabezada por hombres, sobre todo después de la persecución de mujeres durante Guerra del Yaqui. Tanto la música como la danza tradicional y otras labores se trasladaron a los hombres, porque las mujeres tuvieron que protegerse.
Alely reconoce que las tradiciones yaquis se están perdiendo entre los jóvenes. Asegura que, entre muchas personas de su edad, además de la discriminación y la urbanización, hay un problema de desinterés, de desuso de la lengua y de consumo de drogas.
Cuenta cómo se volvió más común escuchar sobre
asesinatos. De acuerdo con cifras oficiales, en enero de 2021, el municipio de
Cajeme registró 54 homicidios, cuando un año antes, en enero del 2020 se
contabilizaron 28. Cajeme, Guaymas, Empalme se encuentran entre los 10 municipios
más peligrosos de Sonora, de acuerdo con el análisis de la Secretaría de
Seguridad estatal. Es aquí donde los yaquis atienden situaciones legales o
resuelven necesidades de otro tipo.
En los registros del Secretariado Ejecutivo Nacional de Seguridad Pública, Cajeme aparece mes con mes como uno de los 15 municipios que concentran e mayor número de homicidios en México.
En la Encuesta Nacional de Consumo de Drogas, Alcohol y Tabaco del 2017, ya se registraba que la edad para volverse adicto había disminuido a 12 años. La Secretaría de Salud en Sonora documentó que, en 2019, de los 7 mil 331 casos de personas con problemas de adicción que registraron, el 72% fue por consumo de la droga conocida como ‘cristal’ o metanfetamina.
En una entrevista, la antropóloga y etnohistoriadora, Raquel Padilla Ramos, advirtió esta situación de adicción en territorio Yaqui antes de que la asesinaran:
“El cristal está acabando con los jóvenes yaquis, y si tú acabas con los jóvenes ¿pues qué queda? […] Me preocupa mucho eso. Y desearía que no fuera así, pero también no tengo claridad en cómo combatir eso. Sé que necesitan mejores expectativas de vida y fortalecer otra vez su relación con la tierra, que esa la perdieron porque ahora las rentan porque no tienen manera de hacerlas producir y al perder esa relación con la tierra pierden mucho de su cultura”.
EPICENTROS DE LA CULTURA YAQUI
Alely se detiene bajo la sombra de un árbol gigante. Es un Álamo que da la suficiente sombra para ensayar fresca las canciones. En los que va de la pandemia, ha perdido práctica. Ahora asiste esporádicamente a sus clases en Vícam. Antes iba una vez a la semana.
Extraña las presentaciones y tocar en los eventos de su pueblo. Covid alentó el ritmo de los ocho pueblos yaquis. No hay clases y muchos perdieron su trabajo.
Los centros de salud no cuentan con el equipo suficiente para atender a quienes enferman, por lo que, la mayoría, ha tenido que ir a Ciudad Obregón o a Guaymas a buscar atención médica. Quienes no perdieron su trabajo, van a la maquila en Empalme o al campo a sembrar. Y ahí están también los chamacos tomando en las calles.
“Deberían hacer danza del venado para distraerse, aprender algo que les signifique”, reflexiona la joven violinista sobre los jóvenes del pueblo yaqui que ahora consumen drogas o se dedican a cometer ilícitos.
Alely encontró en la música un proyecto de vida. Gracias a ella, difunde los sones tradicionales yaquis, conoce más jóvenes interesados en su propia cultura e incluso conoce y replica canciones populares que se volvieron famosas como La Yaquesita o Flor de Capomo que fueron escritas por un habitante de su mismo pueblo: José Molina.
La mayoría de los sones yaquis son desconocidos. Es
obligado que van acompañados de las danzas tradicionales. La música no se
concibe por sí sola. Hay registros de canciones propias de los habitantes de
los ocho pueblos y esas pasan a través de la reciente estación de Namakasia
Radio, la primera radio comunitaria que tiene el pueblo yaqui.
EDUCACIÓN PROPIA Y ESFUERZOS INDEPENDIENTES
Namakasia Radio nació por un acuerdo de asamblea en la guardia tradicional del pueblo yaqui de Vícam Estación. Se funda en alianza con un proyecto previo, también en este pueblo, llamado Sewa Tomteme, un centro cultural y documental de música, danza y lenguas como el inglés o el Jiak noki (lengua yaqui).
Aquí, el maestro Francisco Ramírez, mejor conocido como Koko, comparte su acervo de música y los conocimientos musicales. Es matemático por vocación y escritor por sus estudios, que ha dedicado sus últimos años a compartir los conocimientos de su pueblo.
Así, además de integrar el Sewa Tomteme, formó el grupo
donde participa Alely, llamado Jiak
bwia-Tierra Yaqui. El grupo realiza giras internacionales con
la música y danzas yaquis.
Cuando Alely estudiaba el bachillerato, aún asistía a clases de lengua jiaki o jiak noki. Ahora se dedica a trabajar en una potabilizadora de agua, y con ello, dejó en pausa aprender su propia lengua. Su abuela aún la habla, pero su mamá y sus tíos, no.
Ella quisiera estudiar Veterinaria. Con esa intención en su mente, sabe que realiza una labor muy importante ante la escasez de agua en su pueblo. En el territorio Yaqui la sequía se generalizó y el agua dejó de correr en el río. Ya está seco. La mayoría refiere que esto es consecuencia de la imposición del Acueducto Independencia. Hace 6 años aún se veía la corriente.
En el peritaje sobre el acueducto Independencia,
Raquel Padilla advirtió que el acueducto lesiona gravemente la cultura, la
organización y el territorio histórico de la Tribu Yaqui:
“Con las condiciones de injusticia hídrica persistente
que ha vivido la Tribu Yaqui, aseguramos que es altamente probable que las
nuevas extracciones a la cuenca del río Yaqui, por el trasvase que significa el
acueducto Independencia, ocasionen afectaciones irreversibles sobre el
territorio, la cultura y la organización social de dicho pueblo, lo que pondría
en grave riesgo su continuidad y desenvolvimiento autónomo. De mantenerse la
obra de trasvase y la operación del acueducto, el debilitamiento de la cultura,
la organización social y el territorio yaquis se manifestará de varias
maneras”.
La joven yaqui alcanza a subirse al camión rojo, un
tanto destartalado, que ahora pasa cada hora. La llevará con el maestro Koko y
con sus compañeras del grupo musical Jiak
bwia-Tierra Yaqui. Al abordarlo se encuentra con su maestra de
lengua: Domitila, la encargada del Centro Cultural de Pótam. Se sienta a su
lado.
Hay Cinco centros culturales en los ocho pueblos yaquis.
La mayoría no tienen recursos y se valen de la voluntad de los habitantes de
sus pueblos para funcionar. El de Pótam se llama “Capitán Juan Manuel
Santemea”, en honor a esa autoridad que fungió cuando, después de la guerra y
el retorno de la deportación, volvió a formar el pueblo de Pótam.
La maestra Domitila es uno de los referentes culturales
del pueblo de Pótam. Ella expresa lo que ve en los jóvenes de los pueblos
yaquis:
“El problema son las drogas sintéticas. Sabrá dios de
qué están compuestas. Y pues por eso son menos los grupos de las ceremonias
tradicionales, como la Cuarejma, ¿Por qué? Porque ya andan perdidos en sus
mundos. Hay gente que no ha vuelto, que se drogaba o que robó, que asaltó y de
repente ya no está”, describe Domi.
Su preocupación
es que no hay políticas públicas para atender y proteger a los niños,
adolescentes y jóvenes yaquis. No hay universidades. No hay centros de atención
a adicciones. No hay recursos para los centros culturales.
Entre las actividades que no pararon durante la pandemia, están los trabajos para crear un Plan de Justicia para el pueblo Yaqui, que ordenó el presidente Andrés Manuel López Obrador y encomendó encabezar los trabajos al titular del INPI, Adelfo Regino Montes. Incluso ya han repartido recursos a propósito del plan, a diversos sectores productivos y de vivienda. Los avances en las áreas educativas, de salud o de cultura se ven menos.
NAMAKASIA ES NO QUEBRARSE
En Namakasia Radio les gusta hablar de historia y hablar en lengua jiak noki. Mario Luna es locutor fundador (junto con el maestro Koko) de la estación que se transmite en el 87.7. Asegura que ahora el transmisor se quemó, de manera extraña, y quiere pensar que fue por las altas temperaturas que comenzaron en mayo y se sienten más ante la inminente sequía del río. Y por lo mientras transmiten en internet, como cuando empezaron desde hace tres años, aunque llevan todo el año al aire.
El eslogan de la
radio es “apoyando la digna lucha yaqui”. En su programación destaca la
difusión de esfuerzos independientes y música que la misma población les ha
hecho llegar. Ahora, con el transmisor quemado, las personas les han exigido
apresurarse, ya que la escuchan a la hora de la siembra o cuando comen con su
familia. Solo ahí oyen ciertos sones de pascola o de venado que ninguna otra
estación transmitiría.
Eso, para los fundadores de la radio, es un logro, ya
que las emisiones han provocado que se retomen las tradiciones familiares
yaquis acompañadas de la música y la radio. Namakasia significa en lengua jiak
noki “mantenerse firme, no quebrarse, o duro”, describe Luna.
En la radio han hecho un esfuerzo grande porque los
niños se involucren en las actividades. Ahora hasta tienen un programa de radio
llamado Usiim Noki o programa de los niños de la Tribu Yaqui. Para Luna, es
importante provocar un diálogo intergeneracional en los ocho pueblos, en los
cuales alcanza la señal de la radio.
“Es importante compartir en lengua propia porque la
gente siente que es importante su propio lenguaje al escucharlo por la radio o
en internet”, asegura Luna.
En el arranque de la radio, aseguraron que su horizonte
es el fortalecimiento de la comunicación dentro de la Tribu Yaqui. “Dar inicio
formal a Namakasia Radio instalado junto a la guardia tradicional fungiendo
como el canal de comunicación en dónde se promueven la lengua y la cultura de
la tribu Yaqui, así como la información y comunicados ligados a la verdad de
nuestra realidad y no como lo han pretendido los medios depredadores mintiendo
y desvirtuando el valor de la Tribu Yaqui”.
Durante la pandemia y durante la vacunación contra la covid-19, Namakasia radio jugó un papel fundamental para informar a las personas mayores sobre la seguridad de hacerlo y gracias a esta labor informativa más abuelas y abuelos asistieron.
“Aquí los niños vienen a experimentar, son libres de
tocar y de decir lo que quieran contrario a otras estaciones. Lo que nos importa
es cómo se ponen de acuerdo para hablar. Ahí escuchan a los que sí hablan en
lengua y los demás que no la hablan lo escuchan. Aún estamos en una fase de
prueba y formación”, describe Luna.
La radio ha hecho transmisiones de los partidos de
Sofbol, organizados por una liga independiente con equipos femeninos en los
ocho Pueblos. El equipo de Loma de Bácum platicó con Pie de Página. La catcher aseguró que gracias a estas actividades
deportivas, menos jóvenes se dedican a actividades ilícitas.
MUJERES Y DEPORTACIÓN
Alely logra
llegar a su ensayo en medio de la pandemia. Es descendiente de una familia que
sufrió el exilio y la esclavitud en Yucatán. Fue así cuando Porfirio Díaz
impuso con sangre su proyecto de tren a inicios del siglo XX. La bisabuela de
la joven música –quien sabe poco de esta historia de guerra– logró
regresar a Sonora después de trabajar en la siembra de henequén en
Yucatán.
El ejército persiguió especialmente a las mujeres yaquis
en la etapa de la Guerra del Yaqui cuando Porfirío Díaz ordenó la detención y
deportación de personas yaquis en tránsito.
Quienes viven ahora la cotidianidad de los pueblos
Yaquis, ven que hay un proceso de las mujeres de retomar los espacios y actividades
que dejaron durante la guerra, como los cargos políticos, como los encargos
tradicionales. En especial las mujeres jóvenes.
Al interpretar su música entre las sombras de álamos y
mezquites, cerca de un pozo de agua, Alely mantiene vivas esas memorias de su
familia, las vivencias de resistencia y lucha de su pueblo. Aunque no lo sepa.
Mientras toque el violín seguirán vivas. Ella honra la tradición de lucha
sostenida por la vida de sus ancestras.
FUENTE: https://cutt.ly/hmCNkmK





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